lunes, 27 de octubre de 2014

Danza Folclórica Mexicana

Como objetivo central de la danza mexicana, es tener conocimientos de la danza y proporcionar las herramientas que demanda la práctica profesional actual y cultivando un criterio personal y amplio que faculta a cada persona para incidir de forma prepositiva en la transformación de la danza y con ello propiciar el desarrollo de la sociedad. Los bailes del norte de Tamaulipas (polca, redova, chotis) polaco, escocés y checoslovaco, han sido asimilados por el pueblo que los adopto como propios y les ha dado mayor movimiento y alegría, vibrando en ellos la personalidad y el carácter bravío que se ve reflejado en el zapateo ágil y fuerte de los bailadores, al igual que las mujeres a la hora de danzar.

La danza regional mexicana aspira a ser vinculada a la tradición, la lucha por la re valoración, conservación y enriquecimiento de la cultura nacional y la creencia de que la danza no solo enseña una técnica, unos pasos, sino enseñar una forma de vida, una concepción del mundo, desarrollar un sentido de la estética, de lo bello, así como la vinculación con otras artes, con la finalidad de potenciar las capacidades, habilidades y destrezas de los futuros danzantes.

El baile folclórico de México, o también danza folclórica de México, cubre una amplia gama de formas de danza que se desarrollaron a partir de la conquista española del imperio azteca hasta alrededor de 1750. Estas formas de baile provienen de herencias, indígenas, europeas y, hasta cierto punto, africanas del país. Mientras que la danza ha sido una parte importante de la historia pre hispana del país, la mayoría de estas danzas fueron eliminadas, ya sea por la evangelización o modificadas siendo sólo pocas las formas de baile que sobreviven casi intactas. Otros bailes realizados en México incluyen aquellos traídos de Europa por los españoles, con algunos de estos también experimentando cambios. La influencia africana en baile mexicano generalmente se limita a las zonas de Veracruz y la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, donde la población afromexicana del país es prominente. La danza folclórica, a pesar de la modernización y otros esfuerzos sociales, ha sobrevivido e incluso se ha fortalecido desde el período colonial. Una razón para esto es el deseo de México de una identidad nacional, por primera vez después de la Guerra de Independencia de México y de nuevo después de la Revolución Mexicana. Estas oleadas de popularidad sirvieron para elevar una serie de danzas a la prominencia nacional e incluso internacional, como el Jarabe Tapatío o la danza del sombrero. Sin embargo, los esfuerzos para preservar y reconocer la diversidad étnica de México, sobre todo desde finales del siglo 20, han incluido la preservación de muchos bailes locales y regionales.

Historia

La tradición del baile folclórica moderno de México es una mezcla de elementos de su patrimonio indígena y europeo. Antes de la llegada de los españoles, la danza indígena se había desarrollado con fuertes lazos con las prácticas religiosas.1 Para los aztecas, había dos niveles de la danza, una para la gente común, a menudo relacionada con el ciclo agrícola y la de los élites . Después de la Conquista, los españoles inicialmente trabajaron en erradicar las danzas indígenas, por considerarlas "demasiado paganas" y tuvieron éxito con una serie de formas, especialmente las relacionadas con el sacerdote y las clases dominantes.1 2 Sin embargo, no fueron capaces de erradicar las formas más populares, sobre todo en las regiones rurales y más inaccesibles de la Nueva España. En cambio, los evangelizadores trabajaron para adaptar las danzas al cristianismo, dándoles nuevos significados. Por esta razón, la mayoría de estas danzas han sufrido al menos alguna modificación desde la época prehispánica.
La danza evolucionó drásticamente desde 1520 hasta 1750, sobre todo entre los indígenas de clase baja, mestizos y afrodescendientes. Una de las primeras adaptaciones permitía a los indígenas continuar danzas con aspectos religiosos pero en homenaje a la Virgen María u otro personaje católico. Una de las primeras áreas para comenzar la innovación fue Tlaxcala, donde danzas de revivir la Conquista pueden ser ser encontradas. Además, se han introducido una serie de bailes europeos, música e instrumentos incluyendo Moros y cristianos (un batalla fingida entre moros y cristianos traída a los estados centrales), Los Archos, Las Escadas, Los Machetes, El paloteo, Las Cintas y Los Doce Pares. Otros bailes europeos como La Zambra, La Zarabanda, La Contradanza, seguidillas, andangos, huapangos, jotas, boleros, zambras y zapateados. En algunos casos, estas danzas fueron modificadas o dadas enteramente nueva coreografía en México.3 La mayoría de los bailes tradicionales realizados hoy en día tomaron sus formas durante el período colonial pero no eran firmemente parte de la identidad mexicana hasta después de la Guerra de Independencia de México cuando recibieron su primer aumento en la popularidad. Por ejemplo, la danza del jarabe de Jalisco, se convirtió en una herramienta política para evocar sentimientos de patriotismo y de "libertad". De hecho, esta danza se convirtió íntimamente ligada al movimiento de independencia, haciendo que sea llamada el Jarabe Mexicano. Su popularidad llevó a la participación en otros bailes tradicionales mexicanos, especialmente aquellos bailes al son.




A pesar de las influencias modernas y extranjeras en la cultura de México en los siglos 19 y 20, las olas de nacionalismo han mantenido gran parte de la tradición del baile folclórico del país vivo hasta la actualidad. La próxima ola de la popularidad se produjo después de la Revolución Mexicana, que también creó nuevas canciones en estilos folclóricos como la todavía popular La Adelita, La Valentina y La Cucaracha. Los años posteriores a la Revolución también despertaron el interés en la herencia indígena de México alejándose del énfasis europeo de la época porfiriana. Esto fue reforzado por los muralistas y otros artistas de la década de 1920 y 1930 cuyas metas políticas iban a forjar una identidad mexicana, rechazando las influencias y la política exterior.3 En la década de 1930, la popularidad de la danza impulsó la educación y la formación más formal de la misma, con centros educativos en todo México ofreciendo clases, incluyendo el Departamento de Bellas Artes de la Ciudad de México. El interés en el baile folklórico declinó en los años 1950 y 1960, pero el gobierno mexicano siguió subvencionandolo por su valor estético y social. Esto incluyó el apoyo de compañías de baile folclórico o de ballet folclórico, la más famoso de ellas es el Ballet Folklórico de México, fundada por Amalia Hernández en 1952.
Hoy en día, el baile folclórico mexicano tradicional es un elemento definitorio de la cultura popular de México a nivel nacional e internacional. La preservación y promoción de los bailes a nivel nacional han dependido de si son o no vistos como parte de la identidad nacional de México. Es una de las pocas áreas donde las prácticas indígenas son conservadas y promovidas en lugar de ser depreciadas o eliminadas. Una de las razones de esto es el "indigenismo" de las luchas en curso de una serie de comunidades indígenas para resistir las influencias externas en sus culturas y los esfuerzos del gobierno mexicano para asimilarlos para crear una identidad nacional homogénea. Desde la década de 1990, estos esfuerzos se han hecho más de carácter político y han dado lugar a un mayor interés en la preservación de las formas culturales prehispánicas. El gobierno también trabaja para preservar y promover una serie de las formas de baile, con el baile folclórico obligatorio en las escuelas públicas.En septiembre de 2011, 457 personas establecieron un récord Guinness por la actuación del baile folclórico más grande en la Conferencia Internacional del Mariachi y la Charrería en Guadalajara, acompañados por más de 300 músicos de mariachi de México, Argentina, Ecuador, Colombia y los Estados Unidos.

Bailes Importantes

 La danza de los concheros es también conocida como apaches, indios y chichimecas.1 Se trata de una danza ritual que probablemente se desarrolló después de 1522 como un medio para preservar algunos elementos de la cultura pre hispana. Los miembros de estos grupos de danza son parte de las sociedades formales y a diferencia de algunos otros grupos admiten mujeres. Estos grupos actúan en el festival anual en su mayoría en honor de los santos patronos sobre todo en la Villa de Guadalupe, Amecameca, Chalma y Los Remedios. Estos están ubicados al norte, este, sur y oeste de la ciudad de México, un remanente de la importancia de los puntos cardinales para los pueblos indígenas. Los bailarines se visten con el atuendo de estilo indígena que puede incluir taparrabos, penachos, pintura corporal y más. Son acompañados por tambores indígenas, flautas y laúdes pequeñas hechas de piel de armadillo (que muestran la influencia europea). El simbolismo y la mayoría de los pasos son indígenas. 



JARABE TAPATÍO
JALISCO

 







BAILE DE LOS CONCHEROS
 CIUDAD DE MÉXICO






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DANZA DE LOS VIEJITOS
MICHOACÁN


    


VERACUZ
BAILES JAROCHOS






















CULTURA

Gastronomía de México

La gastronomía mexicana es el conjunto de platillos endémicos de México, que forman parte de sus tradiciones culinarias y que derivan tanto de la cocina mesoamericana como de la europea, entre otras. El 16 de noviembre de 2010 la gastronomía mexicana fue reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.1 2
La cocina mexicana ha influenciado a diversas cocinas de todo el mundo como también ha sido influenciada por otras cocinas como: española, africana, del Oriente Medio, asiática.
La comida mexicana representa también la cultura histórica de ese país, ya que muchos platillos se originaron mucho antes de la Conquista, existiendo en ella una amplia diversidad de sabores, colores y texturas que hacen de la comida mexicana un gran atractivo tanto para nacionales como extranjeros.
Diversidad                                
La diversidad es la característica esencial de la cocina mexicana. Casi cada estado mexicano posee sus propias recetas y tradiciones culinarias. Desde luego esta diversidad es más notoria si se contempla la riqueza gastronómica regionalmente y no por entidad federativa. Hay ciertas creaciones gastronómicas que surgieron localmente y que por su calidad y aceptación generalizada se han vuelto emblemáticas de la cocina mexicana en lo general. Éste es el caso de platillos como la cochinita pibil (yucateca), el mole oaxaqueño, el mole poblano, el pozole (identificado con Sinaloa, Jalisco y Guerrero), el cabrito (coahuilense y neoleonense), el pan de cazón campechano, el Churipu y las corundas purépechas (de Michoacán), el menudo de Sinaloa, Sonora y Chihuahua y otros muchos alimentos, en una larga lista de honor de la gastronomía mexicana. Aunque algunas sobresalen, en efecto, por su bien ganada fama y difusión, estas tradiciones gastronómicas regionales deben jerarquizarse solo en función de gustos personales.
En el conjunto inmenso de cocinas regionales bien diferenciadas, se caracterizan todas ellas por un componente indígena básico en sus ingredientes y en las formas de preparación de los alimentos. En este orden podría decirse que el común denominador de tales gastronomías es el uso del maíz, del chile y del frijol, acompañados por el siempre presente jitomate, en sus diversas formas y variedades.
Insectos comestibles
Como un ejemplo de la riqueza y diversidad de la comida mexicana podemos citar el consumo de los insectos, que aunque no es exclusivo de México, si muestra la adaptación de la cocina tradicional a una gran variedad de ambientes y recursos.
En México, la entomofagia ha sido una práctica común desde la época prehispánica, como lo prueba el Códice Florentino escrito por fray Bernardino de Sahagún, en donde se describe el consumo de 96 especies de insectos comestibles. A la fecha los insectos siguen consumiéndose en todo el país, llegando a considerarse, en algunos casos, un manjar de alto precio.
Entre los principales platillos podemos citar los siguientes: Chinicuiles (larvas de una especie de mariposa que se desarrollan cerca de los magueyes), los gusanos de maguey (otro tipo de larva que crecen dentro del maguey), la hormiga chicatana, los chapulines, los jumiles, y los escamoles (larva de hormiga), a la que incluso se le nombra “el caviar mexicano”.
Los insectos comestibles en México se producen de acuerdo a la época del año, por ejemplo, los chinicuiles se "cosechan" durante las primeras lluvias del año, cuando comienza a llover los chinicuiles salen de la tierra por debajo del maguey y es en ese momento que son recolectados. Actualmente hay poblaciones en donde estos insectos son criados colocando en una olla de barro una capa de chinicuiles vivos y otra de tortillas de maíz. En cuanto a los gusanos de maguey, éstos crecen dentro de las pencas, por lo que las pencas deben ser destruidas ya que es aproximadamente un gusano por penca, razón por la que es un platillo muy caro y de temporada.
 
Aspectos Sociales y Culturales
El acto de cocinar en México es considerado una de las actividades más importantes y cumple funciones sociales y rituales determinantes, tales como la instalación del altar de muertos o la fiesta de quince años en México. La profesionalización del trabajo culinario en México sigue siendo predominantemente femenino: es común ver al frente de las cocinas de restaurantes y fondas a mujeres que, al adquirir el grado de excelencia, son nombradas mayoras, denominación que en la época colonial se les daba a las jefas de las cocinas de las haciendas y que ahora sería equivalente al chef europeo.
Es importante mencionar que la hora de la comida en México es sumamente valorada como aglutinante familiar, por lo que es común estar en alguna población mexicana (sobre todo las poblaciones pequeñas) y encontrarla absolutamente desierta de las dos a las cuatro de la tarde. De hecho, es común que las reuniones sociales giren alrededor de la comida y generalmente se les designa nombres en diminutivo: «el desayunito», «la comidita», «el cafecito» o «una cenita». La comida en México es el factor que une a la sociedad; a través de ella se entablan amistades, se conocen parejas, se cierran grandes negocios, se afianzan los lazos familiares o simplemente se disfruta de un buen momento.
Una de las características de la gastronomía mexicana es que no hacen distinción entre la llamada cocina cotidiana y la alta cocina. Así, aunque existen platillos típicos festivos, como el mole o los tamales, éstos pueden consumirse cualquier día del año, lo mismo en una casa particular que en un restaurante lujoso o en una pequeña fonda sin un valor ritual especial. La gastronomía mexicana siempre ha sido calificada como una cocina de gran influencia barroca, resultado de un mestizaje culinario, y representa en mucho la visión que los mexicanos tienen del mundo. De esta forma, la zona norte del país, de clima más agreste y seco, ofrece una cocina más bien austera, de sabores sencillos; en cambio, en el sureste, donde la tierra es más generosa, se da una explosión de sabores con una cantidad hasta ahora desconocida de platillos y recetarios locales. En las zonas urbanas, debido a la integración de las mujeres a la fuerza laboral, así como a la influencia del estilo de vida occidental (principalmente de los Estados Unidos), se ha ido perdiendo la tradición de cocinar en casa. Sin embargo, se considera que las fondas (una versión mexicana de los bistró franceses, lugares donde comer fuera a medio día de forma económica) son un reservo de las recetas tradicionales.







 
Ingredientes Principales
  • Maíz: es indiscutible la importancia del maíz como base de la mayor parte de las cocinas mexicanas. Es bien sabido que la sociedad siempre ha buscado consumir maíz cultivado en México, así que es el cereal más sembrado en toda la República. En el país se cultivan más de cuarenta y dos especies diferentes de maíz.3 A su vez, cada uno de estos tipos de maíz presenta diversas variedades, cuyo número es de aproximadamente de más de tres mil, según el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Las características de cada raza son variables de acuerdo con las condiciones del suelo, la humedad relativa del medio ambiente, la altitud, e incluso de la forma en que es cultivado. Aunque algunas de las evidencias más antiguas del cultivo del maíz sugieren que su domesticación se produjo en varios focos al mismo tiempo, es probable que este proceso estuviera ligado a los pueblos de habla otomangueana. Sea como sea, el maíz sigue siendo la base de la mayoría de las cocinas mexicanas, quedando exceptuadas algunas tradiciones gastronómicas del norte de México, donde el maíz disputa al trigo el lugar como cereal básico. La forma principal en que se consume el maíz en México es la tortilla, pero es un insumo igualmente necesario para la preparación de casi todos los géneros de tamales, atoles y antojitos. Hay que añadir que el maíz que se emplea para las tortillas es maíz maduro y seco, pero que también se consume maduro y fresco (elote) o bien, tierno y fresco (xilote). La tortilla es utilizada en la mayoría de los platillos principalmente, en tostadas, quesadillas, tacos, chalupas, gorditas, picaditas, y gran variedad de antojitos mexicanos, una principal forma de utilizar la tortilla, es en las chalupas las cuales son tortillas grandes y de un grosor muy delgado, su preparación es fácil. Los ingredientes son: el asiento, frijoles, lechuga, cecina, longaniza, carne enchilada, (cualquiera de las tres últimas), quesillo o queso Oaxaca, crema, salsa verde o roja, al final se doblan como una quesadilla. Este platillo realizado principalmente de maíz convertido en tortilla grande lo encontramos en el bello estado de Oaxaca, A si como este y muchos platillos mexicanos nos distingue como un gran país rico en cultura, tradiciones y por su rica comida.
 
  • Chile: el Chile es uno de los ingredientes más representativos de la gastronomía mexicana y un fruto asociado indiscutiblemente a la identidad nacional, sus orígenes se remontan según algunos historiadores a fechas tan lejanas como el 6000 antes de nuestra era y según las más recientes investigaciones su domesticación no fue un hecho atribuible a una sola cultura y en un solo momento, se dio a lo largo de la región conocida como Mesoamérica en diferentes etapas, su conocimiento y uso está registrado en los códices en donde se menciona también como medicina ritual pues sanaba algunos de los aspectos relacionados con la salud del alma, ahuyentaba a los malos espíritus y rectificaba las actitudes de los niños malcriados ambas cosas por medio de su humo.
Entre los rasgos que identifican a una cultura, la comida es uno de los principales. No solo determina buena parte de las estrategias productivas y se encuentra en la base de cualquier sistema económico, sino que contiene en sus ingredientes, sabores, colores y olores, una manera determinada de obtener las energías necesarias para el diario transcurrir, además de una especie de memoria gustosa de lo que ha sido la vida. En la comida se reproducen cotidianamente pautas culturales que no solo nos identifican con una tierra o un grupo, también nos transmiten un modo de asociarse con la naturaleza que nos brinda el sustento diario y nos enseña modos de relacionarnos con los otros.
El chile ha condimentado la mesa de los mexicanos desde hace milenios, crece a nuestra vera sin mayor problema y cada mercado nos ofrece la variedad deseada en todo momento. Prácticamente no hay comida mexicana, sin chile. El maíz, el frijol, el tomate y la calabaza –los otros cuatro grandes de la gastronomía nacional– no necesariamente forman parte de cada platillo, el chile sí; baste recordar la frase de fray Bartolomé de las Casas: «Sin el chile los mexicanos no creen que están comiendo».
Aunque se conoce comparativamente poco de la vida sexual de los aztecas y otros pueblos mesoamericanos, es claro que el buen chile tenía entre los antiguos, tanto por su morfología como por su carácter, relación con las cosas de Venus, o, para ser más exactos, con las cosas de Tlazoltéotl, la diosa azteca del amor carnal. A propósito del lazo con los apetitos venéreos que los prehispánicos atribuían al chile, el mismo Sahagún consigna que durante las festividades del dios Macuilxóchitl, Señor de las flores, de la danza, de los juegos y del amor, los hombres y las mujeres que tomaban parte en la celebración, sometidos durante cuatro días a un riguroso ayuno, se abstenían, como medida precautoria, de comer chile. Quien rompía el ayuno era castigado por el ardiente dios, que hacía padecer al transgresor enfermedades "en las partes secretas". En todo caso, la prohibición de comer chile durante los ayunos rituales continúa siendo una práctica común entre algunos pueblos indígenas.
 

  • Cereales: entre los cereales venidos allende los mares destacan dos, por su importancia en la dieta cotidiana de los mexicanos: el trigo y el arroz. El primero de ellos comparte y disputa al maíz la condición de cereal principal. Está asociado principalmente con la confección de panes —aunque también existe la tortilla de harina—, ya sean blancos o dulces. El pan blanco (bolillo, telera, virote) es el elemento esencial de las tortas mexicanas. Mientras tanto, el pan de dulce —que se puede encontrar bajo innumerables formas— es acompañante ideal de las bebidas calientes que se suelen servir en la merienda o el desayuno. Sin embargo, hay que señalar que en muchos sitios de México el pan es un alimento suntuario, puesto que su costo es mucho mayor al de las tortillas de maíz. Por lo tanto, la costumbre de consumir pan se ve muy limitada en aquellos contextos donde las condiciones económicas son precarias.  
  • Arroz: tiene una mayor presencia en las mesas mexicanas. Dado que es más versátil que el trigo, el arroz puede constituir en uno de los tres tiempos de la comida.4 La manera más extendida de consumir arroz en México es el arroz a la mexicana, que no es sino un arroz frito y luego cocido en salsa de jitomate. Sin embargo, las variedades de arroz seco son muchas: lo hay blanco —saborizado en algunas regiones con un tomate verde y cebolla—, verde —con chile poblano—, amarillo —con azafrán—, negro —con caldo de frijoles negros—, y además puede ser acompañado con verduras, especialmente en la forma conocida como «arroz a la jardinera». 
  • Verduras, leguminosas y hortalizas: las verduras que alimentaron a los antiguos mexicanos fueron sobre todo los quelites (quilitl), plantas aún inmaduras de diferentes familias botánicas (amarantáceas, quenopodáceas, crucíferas), plantas tiernas que se «cocían en olla» o se comían crudas; en estas familias se incluyen los quintoniles, los cenizos, los huauhzontles, verdolagas, una planta denominada mexixiquilitl que se parece al berro. Los romeritos son plantas también muy importantes que han sido empleadas en diferentes guisados, sobre todo durante la Cuaresma y la Navidad.
  • Nopal: aún se utilizan los nopales, sobre todo las personas con diabetes o con hipertensión arterialos, que acompañan infinidad de platillos y bebidas. El mezquite sigue siendo importante alimento en el norte del país, pero más en tiempos prehispánicos, cuando los chichimecas fabricaban «pan de mezquite» con la harina proveniente del fruto de la vaina. También es comestible la vaina del huizache
  • Chocolate: El chocolate es uno de los principales ingredientes de la gastronomía mexicana y su uso en la comida mexicana se remonta desde la época de los Olmecas. Actualmente el chocolate es utilizado como condimento para la preparación del mole (platillo indispensable en nuestra comida), en repostería, cosmetología, terapias (chocoterapia) e incluso como afrodisiaco. En cuanto a la salud el chocolate muestra diferentes beneficios; es revigorizante, estimula el sistema nervioso central, favorece la actividad intelectual y es antidepresivo gracias a sus diversos nutrientes.
La aceptación del chocolate en el gusto de los europeos salvó primero la barrera médica, al ser el primer alimento americano aceptado por los invasores, no solo por razones de sabor, sino también por ser un remedio para la disminución de la tristeza. Más tarde habría de librar la barrera eclesiástica. Así, con el correr de los años la realeza y la nobleza europeas, sin olvidar a los monjes de los monasterios, agregaron el chocolate a su lista de bebidas.